jueves, 13 de junio de 2013

COMPROMETIDOS CON EL PLANETA

Banderas azules y la mentira interesada, por Angel Juárez

Foto para el blog de Angel Juárez, presidente de Mediterrania-CIE
Autor: Ángel Juárez Almendros
Ha llegado el calor y como cada año La Fundación de Educación Ambiental, entidad encargada de la concesión de las banderas azules, otorga sus banderitas a ciertas playas siguiendo unos supuestos parámetros de calidad de sus aguas, servicios, accesibilidad, limpieza, seguridad o accesibilidad para discapacitados".
Las banderas azules, hace tiempo que no tienen ningún aval técnico, ni científico, ni administrativo de la Unión Europea. Son promovidas por un conjunto de asociaciones privadas ligadas a las empresas turísticas y gracias al apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-UNEP), y de la Organización Mundial del Turismo (OMT).
La acumulación de fraudes y denuncias en su obtención hizo que la Comisión Europea le retirase el apoyo económico y se desmarcase de la campaña hace ya 12 años. En España es la asociación de educación ambiental y del consumidor (ADEAC) la encargada de su concesión. La concesión de las banderas azules no sigue criterios ambientales rigurosos. Tiene que ver más con los equipamientos de la playa, los accesos o los servicios, que con la conservación de la naturaleza en el litoral o con la ausencia de vertidos.
Algunos municipios han determinado no aceptar esta concesión ya que a provocado que ciertas playas sufran el deterioro provocado por hiperfrecuentación y paso motorizado de vehículos sobre dunas y zona intermareal. Esta zona es muy importante para el ecosistema litoral ya que es un espacio donde la relación e intercambio de materiales y nutrientes atrae a un gran número de especies animales tanto marinas como terrestres.
Tenemos que pensar en la playa como en un espacio natural que ha tardado miles de años en configurarse, un lugar donde también los humanos hemos hecho un uso importante como lugar de obtención de recursos vitales. Ahora la situación es diferente y la mayor parte de la población observa a estos espacios como exclusivamente lugares de ocio, olvidando por completo su función natural. Es posible compatibilizar el uso de las playas como lugar de baño y a la vez conservar sus valores naturales siempre y cuando el uso por parte del hombre sea racional, pero en algunos lugares es imposible, algo que se va generalizando cada vez más. La construcción de paseos marítimos, puertos deportivos (a estos últimos también les conceden banderas azules) están acabando con nuestras playas y lo peor es que la solución adoptada empeora todavía más la situación, así la regeneración de las playas se convierte en un enemigo más de nuestro entorno natural.
Nuestras playas solamente necesitan una bandera, la del respeto y la conservación, los trapos ondean sin sentido.

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