La leche materna contiene el balance ideal de nutrientes que el bebé precisa y se digiere fácilmente. Para el niño los beneficios comienzan desde el mismo momento del nacimiento y se prolongan por muchos años una vez finalizado el período de lactancia.
Los niños amamantados, en comparación con los alimentados en forma artificial, son más saludables y cuando se enferman, presentan síntomas menos intensos y curan más fácilmente.
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